LA ASESORÍA ACTIVA: ALGO MUY CERCANO A NOSOTROS.

ASESORÍA ACTIVA.
En dos notaciones –a tal término- hemos de recurrir, a efecto de clarificar lo que aquí se llama “asesoría activa”. La primera se refiere, en su etiología (origen y evolución de una palabra), a una formación curricular, dado que forma parte de un proyecto de vida, con todas las implicaciones que ello conlleva: lo académico, lo laboral, lo existencial, lo profesional y toda la filosofía de vida. La segunda acepción tiene que ver con un lugar de trabajo donde el proceso productivo se basa exclusivamente en el intelecto; es un espacio racional inmerso en la intuición y la sensibilidad que tiene la posibilidad de ir un poco más allá de toda experiencia en el propósito de entender e interpretar la realidad.
Muy alejada de la mera idea de “dar consejos” o de darse el calificativo de “experto”, la asesoría activa produce objetos a partir de la voluntad de conocer, de “saber” y “saber hacer”. Intenta llevar a cabo el vínculo que existe entre el que busca conocer y las representaciones que son materia de estudio, porque sólo de esa manera los objetos (fenómenos, representaciones, material de estudio), adquieren sentido; una significación para conocerlos y aprenderlos; lo que es razón de ser de uno y otro; la búsqueda de la causalidad por la aplicación del principio de razón representado por el tiempo y el espacio. Hay aquí una posición epistemológica que ha de sustentar al producto elaborado: la tésis.
No sería en vano, para contrastar, comentar algo sobre la acepción y uso generalizado que se hace del término; sobre todo de los hombres que están inmersos en un mundo colmado por lo tecnocrático, la practicidad, la publicidad, la mercadotecnia, el negocio informativo, la publicación de textos para el desarrollo personal y la elevación de la autoestima, etc., quienes hacen todo lo posible por vender a las grandes mayorías, la idea del éxito tasado en dinero. En tal caso, los hombres expertos acuden –con frecuencia- al uso de frases declarativas tales como: “échale ganas”, “si se puede”, “ponte la camiseta”, …, y otras lindezas por el estilo, reiteradas machaconamente con la expresión “la verdad”, que no hacen mas que resaltar lo que no es verdad.
No se diga de los nombrados asesores financieros y economistas, que nutren sus dichos a partir de dudosos diagnósticos de casas y despachos internacionales especializados en pronosticar alzas y bajas en los mercados; en calificar las economías y grados de inversión; todo, basado en experiencias sin fundamentos de los mismos grandes corporativos que han sido causa de una gran debacle de carácter mundial. Yo diría que éstos no son capaces –ni siquiera- de elaborar una elemental “tabla de pagos” (así llamada como recurso para valorar alternativas) que considere los diferentes estados de la naturaleza, según el tipo de problema que se quiera representar; y ello es sólo un ejemplo muy simple de investigación de operaciones para tomar decisiones.
La asesoría activa no debe confundirse con la que proporciona consejos o pretende dar soluciones a base de “frases célebres”; o con aquella que anuncia con letra chiquita su evasión de responsabilidad en la toma de decisión de un asesorado, -esa es tu responsabilidad mi querido cliente-, ni con aquella que ostenta el gran despacho con capacidad de opacar a la buena fe o capacidad de quienes allí laboran, si es que dichas cualidades allí existieran.
Hay finalmente, una intención de quien se dedica a proporcionar la asesoría activa que es la que precede a toda intencionalidad posterior que pudiese darse; me refiero al carácter humano y humanista de la tarea a realizar; ayudar a conseguir una esperanza como condición para tener un ambiente de igualdad de oportunidades; buscar la igualación en el estar bien para todos, y hacer el efecto multiplicador hacia la búsqueda de la felicidad de la gente, que los políticos inmersos en el ámbito de la corrupción, se han encargado de cancelar cualquier oportunidad para su encuentro.
Allí en la soledad del cubículo, es posible andar el camino donde se encuentran los sueños de las personas, los sueños (ahora el dormir) y el estado de alerta (la vigilia), para recogerlos y fundirlos como una unidad natural, para alcanzar ese nivel de conciencia que trasciende la realidad asociada con los objetos materiales y el “yo” que distorsiona e impide el bienestar integral. Tal es el fundamento de la asesoría activa, que incentiva el camino, antes que al logro.

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